Es una de las características de este mexicano triunfador del cine taquillero de Estados Unidos. Además, otra de las características de las películas que él produce es que mezclan fantasía, suspense y, en algunos casos, horror.
Adaptación del telefilm del mismo nombre de 1973, con Katie Holmes como protagonista -exmujer de Tom Cruise, para más señas- y con Troy Nixey como director (del cuento de hadas oscuro Larchkey's Lament de 2007), esta película narra la historia de una familia que decide irse a vivir fuera de la civilización a una casa encantada (desde los primeros fotogramas del paso del pasado al presente, entendemos que la casa no va a augurar nada bueno).
En este caso, la fantasía comienza desmembrando nuestra maravillosa historia de El Ratoncito Pérez; esta casa está infestada de unos "bichos" endemoniados que se alimentan, al parecer, de los dientes de personas. Como tales, los dientes de infantes son más deliciosos para ellos; de ahí que lleguemos al requiebro de guión: una niña que emigra con su madrastra y su padre a esa casa.
Como explicaba antes, desde el primer fotograma sabemos por esa oscuridad que nos hayamos ante una casa que no puede albergar nada bueno: y cuando nos encontramos con un pintor arrancando los dientes a la sirvienta, no queda más que taparnos la boca -o los ojos- y rezar para que no nos los saque a nosotros también. Resulta estresante y en cierto sentido cacofónica: esta historia se irá desvelando conforme pase la historia.
Estos seres -problablemente los más inteligentes de la película- hacen un trato con los dueños de la casa en cuanto nace un niño: una vida debe ser tomada: por tanto, el hijo del pintor desaparece y lo toman a él; veremos que la historia se repetirá en el presente.
Los recursos de guión, los giros en la historia, el suspense y, por supuesto, la conveniente animación o movimiento de los bichos que se comen los dientes es lo que más me ha llamado la atención: y lo digo a las claras... de esta película se salvan los actores -correctos-, el director -también correcto-, pero no se salva la historia: me parece manida, previsible y en ocasiones hasta tonta. Fijaros si es previsible que a la niña no se le ocurre al final nada más que bajar a esa antigua caldera para buscarles, en vez de poner pies en polvorosa y salir de allí.
Por supuesto, para hacer honor al título, estos seres odian la luz, por tanto, la amplitud del tenue y de la fotografía, otro de los aspectos técnicos impactantes de la película, hacen de esta cinta una película de culto por los amantes del suspense y el terror. Sin embargo, que no piensen en un horror o suspense al estilo de las grandes; se queda en una TV movie de las de género. La labor de producción hace que se pueda exhibir en las grandes pantallas, pero creo que el error es la concepción en sí de la historia: manida hasta la saciedad.
Por tanto, y resumiendo, la historia no, toda la labor técnica y artística sí.
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