domingo, 20 de octubre de 2013

TURBO


Dreamworks quiere sorprendernos con una aventura a lo "Cars" o más actual "Aviones". Y es que las películas de dibujos animados, claramente enfocadas a un público infantil se hacen para todos los públicos cuando ponen de moda un deporte tan familiar como las carreras. El equívoco está servido: un caracol veloz.



Dreamworks está acostumbrado a competir con un gigante de la animación como es Disney-Pixar. Y diríamos que les están comiendo terreno a pasos agigantados. 27 películas llevan estrenadas en los últimos años y tienen 10 nuevos proyectos que van a venir. Quizá el gran acierto de películas como ésta es enfocarla a todos los públicos. El debutante David Soren dirige la película desde el tópico más absoluto, que crea desde el inicio: ¿por qué un caracol, una de las especies más lentas del planeta, no puede competir en el circuito de las 500 millas de Indianápolis?

Veamos y analicemos punto por punto lo más destacable de la película:

  • FÁBULA. Como toda buena película de dibujos animados, tenemos una moraleja que encuadra la película. La moraleja de esta película es por qué no podemos conseguir nuestros sueños si, aparentemente, somos pequeños e insignificantes. Félix María de Samaniego, ya extrayéndola del griego Esopo, habla sobre la tortuga y la liebre, que compiten en una carrera y que "Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría jamás: No hay que burlarse jamás de los demás. También de esto debemos aprender que la pereza y el exceso de confianza pueden hacernos no alcanzar nuestros objetivos". Que una película de dibujos explore la amistad para conseguir los objetivos es otro tópico que aparece en esta película. Sin unos amigos que te apoyen y te alienten tampoco conseguirás lo que te propones.
  • TEMA DE LAS CARRERAS. Esta película está salpicada de tópicos. Muchos la considerarán original, yo la considero muy recurrente. Ya desde Cars, o la posterior secuela de aviones, exploran el tema de las carreras. Es obvio que, en este caso, lo más vibrante de la película es el final. El inicio y el nudo son flojos de guión y de escenas algo aburridas para ser una película de dibujos animados. El mundo del caracol ya es de por sí anodino para que salpique más de la mitad de la película contándonoslo. A partir de cierto momento, la película se hace vibrante y divertida, y quizá eso la salva de la quema.
  • PUBLICIDAD. Esta película suena a mercadeo global. Y me refiero con esa palabra, porque huele a marketing por todos los flancos. No me extrañaría nada ver a todos los personajes de la película hechos figuritas de cadenas como Mc Donals o Burguer King, y tampoco me extrañaría que viéramos mochilas, camisetas, bufandas y demás objetos que por el hecho de tener la publicidad oficial de la película, cuesten una pasta. Es de esas películas que se hacen para pasar el rato, y hacer caja con elementos publicitarios de fuera.
  • GUIÓN. Si en algo no destaca la película es el guión. Me parece flojo y que hace aguas por muchos lugares. Es increíble que un caracol caiga en un motor a propulsión en una carrera ilegal y que al contacto con la gasolina o vete tú a saber qué elementos del motor, se convierta en un coche de carreras. Tampoco entiendo el guión de los gasterópodos: me parece frío y lineal. A partir de la asunción de la carrera de las 500 millas de Indianápolis, comienza a hacerse interesante la película, por los gráficos, por el desarrollo a toda velocidad de la carrera y por el interés que puede suscitar. Si algo salvo del guión, es el paralelismo que se establece entre los dos hermanos vendedores de tacos mexicanos (una suerte de desheredados) y los dos caracoles. Quizá es lo más conseguido del guión, aunque también manido.
  • SENSACIÓN DE DEJA-VU. Cuando ves esta película, vienen a tu mente recuerdos de otras películas más antiguas. El propio director, David Soren, habla de la película "El relevo" de Peter Yates, en la que varios niños supeditan su éxito y felicidad a una carrera de bicicletas. Pero ahí no acaba el asunto; podemos ver intencionadas referencias a películas como la saga "The fast and the furious" (Rob Cohen, 2001) o la saga de "Rocky" (John G. Avildsen, 1976) o "Karate Kid" (John G. Avildsen, 1984). Son películas que nos recuerdan en parte a esta aventura de gasterópodos corredores.
  • DOBLADORES DE LUJO. Como en muchas películas de animación, se utilizan actores que mueven masas en Hollywood. Samuel L. Jackson o Ryan Reynolds son dos de los componentes de un elenco de actores dobladores que en la versión inglesa darán cohesión al conjunto.
Película de animación para todos los públicos, con gancho infantil, que nos hará pasar un buen rato. Temas recurrentes, buenos dobladores y una animación vibrante exploran el mundo de la velocidad desde la óptica y el equívoco de un caracol hecho corredor de carreras. Además, detalles como la asunción de los móviles y tecnologías varias para darle a este molusco una suerte de idealización global nos hacen encuadrar la película en el mundo y en la vida que estamos viviendo. ¿No resulta curioso que el ganador de las carreras, contra quien compite Turbo, se parezca un poquito a nuestro Fernando Alonso?

Por tanto, lo mejor de la película está en la animación: no sólo no es correcta sino que sobresale de otras películas del género. Lo peor de la película el guión, me parece infantil y poco inteligente. La idea del guión se salva porque, si bien hay demasiados temas recurrentes, con gran maestría lo cocinan para nosotros: un caracol corredor, gran equívoco de la película, nos personifica un mundo real, con la metáfora de que conseguiremos nuestros sueños si los deseamos con gran intensidad.






jueves, 17 de octubre de 2013

LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI

De todas las películas de Álex de la Iglesia, esto supone una ruptura con el academicismo anterior y la vuelta a los orígenes. Gamberrismo, originalidad y un cierto toque surrealista hacen de "Las brujas de Zugarramurdi" un interesante estreno de este año 2013, y una vuelta a la pantalla grande de una de las más interesantes actrices españolas, Carmen Maura. 


Desde "Acción Mutante" (1993), pasando por "El Día de la Bestia" (1995) y finalizando por "La Comunidad" (1998), "Las Brujas de Zugarramurdi" (2013), dirigidas todas ellas por Álex de la Iglesia supone una vuelta a los orígenes. Ese sello personal inserto en todas sus obras entronca con ese cine de serie B de sus inicios, con cierto toque magnético y gran anclaje en unos diálogos y situaciones imposibles.


  • ORIGINALIDAD: Desde el inicio disparatado en la Puerta del Sol, con dos de los actores que han despertado las furias quinceañeras (Mario Casas y Hugo Silva) disfrazados de hombres pedigüeños disfrazados de Jesucristo y de soldado, con una original contraposición de religión y guerra, haciendo clara alusión a un fanatismo "sui generis"; hasta por el inicio desternillante con Terele Pávez y Carmen Maura alrededor del caldero, no explicándose en sus vaticinios el significado de la esponja, que luego veremos caracterizado como "Bob Esponja". Esta película está cuajada de interesantes gags y situaciones imposibles, salpimentadas por una originalidad que ayuda a anclar la película en todos sus extremos y llevan al disfrute personal. Los 30 primeros minutos de la película me parecen de los más originales del cine español, y deben ocupar por derecho un buen lugar pasados unos años.

  • INCERTIDUMBRE: Pocas veces en una película no sabes cómo va a terminar. En unos diálogos y escenas bien construidos, se nos relata un cuento en el que por arte de birlibirloque ocurre lo que no esperas que ocurra y da un giro hacia detrás y hacia delante hallándonos en la magia del cine. Ese gusto por la incertidumbre y la sorpresa es un recurso bien utilizado por este director en otros filmes suyos. De ahí que uno de los rasgos que pueden hacer perpetuar su cine y su vuelta a los orígenes tenga en este efecto sorpresa su máxima expresión. Quizá es hora de preguntarse si ese giro de tuerca no estará emparentado con la utilización de un soberbio Santiago Segura en papel femenino, haciendo un guiño a "El Día de la Bestia". Echo de menos un papel religioso, un cura, para terminar de rematar la faena.
  • EXCESO: Quizá es algo que no ayuda a la película. Esa sensación de horror vacui sumada a los excesos de postproducción, a ese gusto por alambicar la película empalaga. La asunción lineal no va con Álex de la Iglesia: pero ese gusto por el exceso, que quizá podamos unir a la incertidumbre no facilita el visionado. Los más neófitos en el cine verán en este exceso un gusto por la superproducción que termina de rematar la buenísima idea de guión.
  • HUMOR NEGRO: Esos giros imposibles, esos diálogos despotricantes al más puro estilo Mihura tienen un componente existencial recalcitrante. Unir a Mihura y a Sartre en diálogos cargados de malicia, de "mala leche" ayudan a sobrellevar la vida de mejor forma. Ese mecanismo de proyección tiene su exponente más claro en esa disparatada cena de brujas en la que se ve excesos de todo tipo, desde el canibalismo, hasta la absurdez más extrema. Ese gusto por la coprofagia raya el absurdo más extremo. También diálogos sinsentido, como los realizados magistralmente en el coche o ladinos intentos de meterse al espectador en el bolsillo con giros imposibles al diálogo hacen de esta película una de los exponentes más claros de absurdez y genialidad: todo en su justa medida.

  • ACTORES: Si en algo podemos destacar las películas de Álex de la Iglesia es lo bien rodeado que está en todas ellas. La inconmesurable Terele Pávez, los más que correctos Mario Casas en su papel de cani y Hugo Silva, la muy notable Carmen Maura, los entrañables Santiago Segura y Carlos Areces, etc... Uno de los rasgos de las películas de este director español son las actuaciones corales. Ninguno sobresale, sí todos. Las deficiencias de uno las solventa el otro. Sales del cine teniendo la sensación que el grupo de actores ha hecho bien su trabajo. Y en películas como "La Comunidad" (1998) ya vemos este efecto, muy bien logrado en esta película.

  • ¿EPÍLOGO TRANSGRESOR? Toda película que se precie debe llevar unos cánones clásicos: el plantemiento, el nudo y el desenlace. En este caso, los tres puntos están muy bien logrados. Sobran los dos últimos minutos de rodaje. En un primer momento piensas que deja el final abierto para una segunda parte, pero por otro lado, el clímax no lo consigue; no resulta ilusionante ver una función de colegio, como un metateatro dentro del cine que nos intenta terminar de brindar una especie de vodevil. Según mi opinión, el epílogo rompe la estructura narrativa: las malas deberían perecer y los buenos triunfar, y al final resulta que los buenos y los malos comparten representación de magia en un colegio. 

En general, es de esas películas que uno puede ver sin cansarse. Acción, humor negro, incertidumbre, transgresión y genialidad se reúnen en esta película, uno de los mejores estrenos de 2013. El tiempo dirá si nuestro director sigue explotando esta interesante vuelta a los orígenes o si, cual estilo artístico se trate, vuelve al academicismo imperante en sus anteriores películas.


Quedémonos con ese rincón mágico con resonancias esotéricas que son Las Cuevas de Zugarramurdi y disfrutemos de esta película sin más pretensiones. 

lunes, 22 de julio de 2013

EL PRECIO DEL MAÑANA (IN TIME)


Año 2161: la humanidad ha sido modificada genéticamente para no envejecer. Durante los primeros 25 años de vida, se activa un reloj biológico que comenzará a correr durante esa edad por 1 año de vida. La humanidad dejará de envejecer, pero el tiempo funciona como moneda de cambio. No existe el dinero, pero sí el tiempo. Y tu reloj biológico lo tienes en el brazo izquierdo donde se dice cuánto tiempo te queda por consumir.


Esta premisa lleva al director y escritor Andrew Niccol, que ya tuvo problemas en el estreno acusado de plagio, a desarrollar una historia al más puro estilo Hollywood con una idea de lo más original.

Eso nos lleva a una especie de Bronx en la que la gente se pelea por 5 minutos de tiempo. Ahí entra el factor social: hay una diferencia entre los ricos, que poseen todo el tiempo y los pobres, que tienen que mendigar por un café varias horas de su tiempo. Además, se plantean créditos al 30%, subidas sin ningún control de los precios (entiéndase tiempo). Por ejemplo, la madre del protagonista, que no es otro que Justin Timberlake, muere al consumir su tiempo, puesto que tenía que coger un autobús que le costaba 2 horas de su tiempo.


También hay detalles, no muchos, que nos adivinan el siglo en el que está dirigida la obra. Sin embargo, esas localizaciones, esos escenarios que bien podrían ser los de un barrio de Nueva York o cualquier ciudad americana, esos coches al estilo del coche fantástico y esos guardianes del tiempo, una suerte de policías, al estilo Matrix, nos ayuda a inmiscuirnos en una película larga, algo tediosa y que no plantea un final espectacular, que es lo que nos hace falta.

Carreras durante toda la película, saltos de escena trepidantes, por otras escenas lentas, tediosas y aburridas es lo que nos vamos a encontrar. Nos encontraremos a Justin Timberlake haciendo de las suyas, como niño malo de Hollywood nos quiere mostrar, luciendo cuerpazo, pero con muy poca expresión facial y corporal, nada extraño.


La película la salva y creo que le da un cierto toque kitch la actriz Amanda Seyfried que ayuda a anclar la historia dándole cierto enfoque futurista, con expresión inexpresiva, fuerza interpretativa y un cierto toque de tonta niña rica que ayuda a encuadrar el personaje. Sin embargo, las interpretaciones hacen aguas por todas partes.

Son de esas películas que tienen buena idea, pero hacen aguas conforme la ves (véase el caso de La purga, de James de Monaco, 2013). A esta película le falta ritmo, es dura, abrupta como una maravillosa piedra preciosa que no ha sido tallada. Las tomas en muchas ocasiones obedecen a un contorsionismo raramente encuadrable en una pantalla. Insisto, una gran idea, pero una mala ejecución.


Esa idea de acabar siendo los niños malos de la película, en una suerte de Robin Hood en el siglo XXII o XXIII me hacen perder la paciencia. Son perseguidos por todos: desde la policía, pasando por una especie de ladrones del tiempo y finalizando por el todopoderoso padre de la protagonista, el señor Weiss, una suerte de megabanquero que arruina a la pobre gente con su tiempo (y con su vida). Si no repiten diez veces que roban lo ya robado, no me lo termino de creer. Quizá sea la frase que más repiten en la película, tantas como escenas de sexo entre los protagonistas interrumpidas por los malos o perseguidores.

Qué veremos: gente con 200 años que aparentan 25; de ese tipo de personas que a los 25 se les para el reloj biológico y como tienen edad más que suficiente pueden seguir viviendo. En esta película no vemos a nadie feo (no sé si por exigencias del guión o porque con Justin tenemos bastante). Y, mecanismos de la ciencia, tampoco vemos a nadie gordo: inexplicable pero cierto, como el tiempo corre y tenemos que pagar todo lo que debemos, es obvio que no podemos estarnos quietos. Aquí no existen hipotecas, para qué: es más barato arruinar a la gente con alquileres y préstamos al 30%. En esta película no hay nadie viejo: que tiemblen los más veteranos de las pantallas, porque no podrán actuar en la segunda, tercera, cuarta, quinta parte (si es que las hay).


Justin Timberlake ha dado con su filón: la música; y le pediría que siguiera dedicándose a la música, porque incursiones al cine como ésta dejan en mal lugar a los actores norteamericanos. Me gusta su perfil en pantalla, pero lo veo tan plano que me duermo cuando llevo 30 minutos viendo la cinta, y mira que la idea es original y la protagonista, con ser rara, también me deja petrificado ante la pantalla. En mi justa opinión, a la cinta le sobra tiempo y le falta mayor ritmo (con una mejor distribución de la historia habría lucido más y ahora no sería de aquellas películas condenadas a estar criando polvo en tu mueble).







domingo, 21 de julio de 2013

LA PURGA: LA NOCHE DE LAS BESTIAS


La Purga, dirigida por James de Monaco, comienza por un planteamiento inicial muy interesante: ¿Qué ocurriría si durante una noche al año, que puede ser la de Halloween, la de Nochebuena en España o la de cualquier fiesta patronal, todos nosotros estuviéramos libres de cometer cualquier tipo de atropello que cualquier otro día nos llevaría directos a la cárcel? ¿Qué ocurriría si pudiéramos asesinar durante una noche a ese vecino al que tanto odiamos, a esa primera novia que tuvimos y nos dejó por nuestro mejor amigo, a ese profesor que nos suspendía o a ese jefe que nos estuvo fastidiando?


Ese planteamiento tan atractivo está expuesto en esta película en la que el horizonte de Estados Unidos lo sitúa en 2022. Por lo pronto, de 2013 a 2022 irían ocho años lo que nos hace imaginarnos un mundo muy parecido al actual, sin grandes avances (no se ha descubierto ninguna vacuna contra enfermedades incurables, la gente viste la misma ropa que hoy en día, etc.) Pero hay un planteamiento que no existe en este momento. Estados Unidos, que no el mundo, ha rebajado el nivel de paro al 1% y no existe violencia, ni crímenes, ni robos, ni asaltos. Sólo durante un día, el llamado "Día de la Purga", desde las 7 de la tarde a las 7 de la mañana asistimos a una catarsis nacional, en la que todos los habitantes dan rienda suelta a su furia. Está permitido matar a tu vecino, a tu padre, a tu jefe, a tu profesor, a tu amigo de la infancia, etc...


La película comienza muy bien, pero se va deshinchando conforme pasan los minutos. Inevitablemente, se hace anodina, previsible e incongruente. No pienso que haya habido malas interpretaciones, es que el guión no da para más: notables minutos de metraje en silencio, parlamentos cortos, etc... Quizá estos señores querían darnos a entender todo con una mirada o con un gesto que no llega. Los personajes son planos, anodinos e incongruentes. Me ha decepcionado Lena Headey (a quien conocemos como la reina malvada Cersei Lannister en Juego de Tronos) y más aún Ethan Hawke, que desde Gattaca en 1997 y Training day, no ha hecho películas reseñables. Es una suerte de "Habitación del Pánico", de David Fincher, pero sin Jodie Foster y sin escenas de tensión; muy diluida, como el café, pero descafeinado.

Cuando hablo del principio de la película, me quedo en los títulos: escenas de violencia explícita se suceden en una orgía de sangre con una música clásica de lo más relajante. Te hace chirriar y adquirir conciencia de lo descarnado y difícil que es el mundo, de la supervivencia y de que Hobbes decía que "el hombre es un lobo para el hombre". En las primeras tomas, la escena del amor adolescente contrastada con el vecino que está afilando un machete es de lo mejor de la película en cuanto a los planos, pero ahí entra el guión a fastidiarlo (a veces me imagino la mayoría de las películas siendo mudas, y ganarían).


A partir del comienzo de esa fiesta, orgía, purga, liberación o como queramos llamarla, la película va bajando en intensidad hasta hacernos sufrir el más sonoro de los rechazos. Se trata de un espectáculo circense con tiros, sangre, hachas y máscaras. Lo que nos debería dar terror y pánico nos hace darnos cuenta que contrastada con una gran idea, hay malos guiones y actuaciones en algunos casos malas, y mira que más arriba decía que los actores se salvaban, pero no todos (sólo los secundarios y con las máscaras).
Esa incongruencia tiene su sentido en el momento en que una idea filosófica, la pureza de la clase social, choca con la sociedad. Y nos damos cuenta que en este momento Estados Unidos está sacudida de una ola de manifestaciones en contra de la segregación racial, con el caso de Trayvon Martin como enseña. Por tanto, no entiendo por qué recogen a un vagabundo (que resulta que no es un vagabundo porque no huele mal), lo sueltan por la calle y como si fuera una pieza de caza, van a asesinarlo en pos de esa limpieza social que hace a la economía crecer.

Claro, me pregunto: ¿por qué se alienta ese odio racial aún hoy en el siglo XXI? ¿Por qué debe ser un negro? ¿Por qué no un blanco? Éste es el desencadenante de la película: el que Ethan Hawke y Lena Headey lo acojan en su casa. Ahí se inicia un asalto a una casa blindada por parte de unos jóvenes norteamericanos sedientos de sangre, la muerte del protagonista, la llegada de los vecinos salvadores-verdugos y la final liberación del negro, que ni sabemos cómo se llama, ni de dónde viene, ni a dónde irá.


Conclusión: planos los diálogos, planos los actores, buenas intenciones pero mala praxis y poca profundidad. Muy triste que prácticamente el 90% se ruede en interiores. Lo más destacable de la película: las personas con máscara y varias escenas de acción interesantes de Ethan Hawke; lo demás, claramente olvidable, aunque la película se haga corta y no te duermas.

lunes, 15 de julio de 2013

LA LEY DEL DESEO

Película transgresora donde las haya, este film con el sello de Pedro Almodóvar, de 1986, y producido por El Deseo, se filmó en una época en la que la movida madrileña daba sus últimos coletazos y en la que una España que despertaba de la Transición no podía imaginar el cóctel que nuestro manchego universal preparaba.


Un jovencísimo Antonio Banderas protagoniza este film junto a Carmen Maura y Eusebio Poncela, los tres lados de ese asimétrico triángulo en el que nos sumergimos en una de las películas más plásticas de Almodóvar.

"La Ley del Deseo" se filma con un patrón muy interesante: la dualidad o simetría entre el deseo y el abandono. Toda la película gira entorno a esa idea. Lo realmente fascinante es que esta película nos recuerda a un Fasbinder elevado a la enésima expresión. Sin embargo, Almodóvar coge el testigo de este director alemán y lo traslada a una época actual, que adquiere mayor protagonismo conforme van pasando los años: la transexualidad, la homosexualidad, las drogas, la mofa y escarnio contra la religión (toda la película rezando, para terminar quemándose el altar), el tímido acercamiento a la descomposición de la familia tradicional tienen en este film renovadas y plásticas expresiones.


Desde el inicio, en esa escena cargada de erotismo y sexualidad, pasando por un desnudo masculino bien filmado, que no deja entrever a la imaginación, Almodóvar nos va trazando un camino de espinas en una relación claustrofóbica del protagonista, Pablo, interpretado magistralmente por Eusebio Poncela, junto con Antonio, Antonio Banderas.


El escritor-director de cine, acuciado por una vida frívola tiene su adlátere en Antonio, un chico de provincias obsesionado por su cine y por él mismo. No sólo no se le entrega, sino que su amor romántico, compulsivo, vengativo y en cierto modo almodovariano, le hace desembocar en la tragedia final, que ya desde el principio, con un interesante juego de música nos va anticipando.

Cuando desgranaba la idea principal de la película, estaba refiriéndome al abandono y al deseo en términos absolutos. Los personajes no actúan dejando nada a la imaginación. Desde Tina, interpretada grandiosamente por Carmen Maura, en lo que podríamos entender una personificación del abandono (primero por el cura, después por su padre, y en último caso por el mismo Antonio), pasando por el propio Pablo (abandonado por su amor Juan y posteriormente por Antonio, desembocando en una ruptura con el cine y la creación al deshacerse de la máquina de escribir).


Sin embargo, también existe el deseo, principal y irremediablemente determinado por los personajes protagonistas, desde la deliciosa escena de Carmen Maura regada por un señor, con su erótica carga, hasta el deseo de los propios protagonistas que determinarán su amargo final. El deseo está reproducido también por la madre de Antonio, sobre todo en la idea de sobreproteger a su hijo, en la idea freudiana más absoluta del término. Incluso entiendo el deseo como camino o medio para conseguir algo. Habría que entender el deseo en este film como lo entiende Marcel Proust, como "el deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir": no entendemos el porqué el personaje de Pablo termina por desear a Antonio después de todo lo que éste le ha hecho.


Aristóteles decía que "el deseo es la fuerza motriz", lo que entendemos a la perfección en esta película un tanto extremista. Como buen melodrama, tiene tintes trágicos, pero qué es la vida sin esos tintes trágicos. Quizá el menor dinamismo de la película lo vemos desde la introducción de cierto género de misterio o policíaco en el asunto. Obviaría las escenas de los inspectores porque tienden a distender el clima creado por Almodóvar.

Ahora bien, toda la obra gira sobre una plasticidad impactante; detalles me vienen a la memoria que no pueden dejarse escapar: la escena de la escritura de la carta de Pablo a Juan con la máquina de escribir, la muerte de Juan (con los tintes de escena de Lorca), los primeros planos de Carmen Maura con esa plastificación del maquillaje y esa sensación de deterioro, esa imagen de la Piedad, representada en las últimas escenas entre Pablo y Antonio, delante de un altar ardiendo...


Teatro y cine están retratados en esta película. Carmen Maura actúa siendo Pablo y Pablo actúa siendo Carmen Maura en muchas escenas. No sólo por ser hermanos, sino por beber el uno de la otra, y creando un clima inherente y magnífico. Dar rienda suelta a estos personajes es uno de los grandes aciertos de Almodóvar. Las escenas del teatro, con ese magnífico anclaje de sentido como es el uso de "Ne me quitte pas" nos ayuda a entender la escena del abandono teatral, que no es otro que el que siente Pablo en la vida real. Habría que entender, por tanto, que el cine y el teatro beben de sí mismos, como Carmen Maura de Eusebio Poncela, y también que el cine y el teatro beben del autor, de Almodóvar.


Hablando de anclajes de sentido, las magníficas canciones que salpican la película actúan de anclaje de sentido, desde las canciones que se escuchan en la discoteca -interpretadas por el mismo Almodóvar-, hasta los maravillosos boleros "Lo dudo", que encuadran y dan sentido al amor entre Antonio y Pablo, o el "déjame recordar" que aparece al final de la película.


Si hubiera que resumir en varias palabras: deseo y abandono salpican una plástica obra con múltiples sentidos que el universo almodovariano nos ofrece renovada y atemporal.

martes, 11 de junio de 2013

EL HOBBIT: UN VIAJE INESPERADO (PRIMERA PARTE)




Después de su estreno en cine, y después de que ya habláramos antes de su secuela, dividida en tres partes, El Señor de los Anillos, hoy hablaremos sobre la secuela, publicada tiempo después, El Hobbit, un viaje inesperado. Esperaremos al 14 de diciembre de 2013 para el estreno de la segunda parte, La Desolación de Smaug, aunque ya podemos ver su trailer o podamos disfrutar de su cartel:



No vamos a pararnos mucho en lo espléndido de sus paisajes, pues sería reincidir en lo mismo. Estos señores, amantes del Tolkien más puro, siguen sorprendiéndonos. Tampoco lo haremos en su maquillaje y vestuario, dignos candidatos de la estatuilla dorada. Tampoco lo haremos en sus gráficos y efectos digitales que nos introducen en una historia mágica. Tampoco lo haré en que El Hobbit se rodará a 48 frames por segundo, cuestión técnica que implica que se ruede a doble velocidad que todas las películas de cine hasta hoy.

Quien haya leído el Hobbit, se adentrará en el más puro estilo Tolkien, tratado con las tecnologías del siglo XXI. Quien no lo haya hecho, puede ahorrarse el libro, pues ahonda en tantos detalles que no deja indiferente a nadie.


Ahora bien, parándonos en el desarrollo de la historia, considero un detalle sospechoso que los enanos más jóvenes -y mejor parecidos físicamente- sean prácticamente humanos. Es decir, si no están entre elfos, cualquiera diría que están ahí para disfrutar y lucir buen cuerpo y buena cara. Y quizá no lo entiendo, puesto que los enanos desde siempre se les ha caracterizado con largas barbas, narices amplias, orejas puntiagudas, etc...


Hasta Bilbo Bolsom en ocasiones parece un chiquillo. no deja de gustarme la actuación de este personaje, que nos sorprenderá en la segunda parte. Sí, señores y señoras, hay segunda parte para diciembre de  2013, y tercera para diciembre de 2014 (El Hobbit: partida y regreso): y pienso, ¿qué gusto le están sacando los productores a realizar más y más partes de varias horas de duración? En este caso, es tan sumamente explicativa que me recuerda a esos cuadros barrocos que destacan a la sazón por millares de detalles que establecen una composición preciosa, pero que si fuéramos desgranando como uva madura, se quedaría en nada. No comprendo el porqué pasamos media hora de la película en la Comarca de Bilbo Bolsom, cuando lo oportuno sería introducir al lector en una suerte de Historia Interminable, por los laberintos de esta interesante historia de aventuras, con la que Tolkien subió al éxito más absoluto en 1937. Aunque si conocemos que Tolkien la fue escribiendo cual novela por fascículos, o folletín, entendemos el porqué quizá la magia esté en ir publicándola en partes, para luego poder rentabilizar toda la saga en costosos cofres de varios cientos de euros -o dólares-.

Los paulatinos cameos de personajes de El Señor de los Anillos: Frodo, Saruman, la elfa Galadriel, el archiconocido Gollum intentan situar la obra. Sin embargo, han pasado ya 10 años desde El Señor de los Anillos, y yo no los he visto. Quizá el mago Gandalf anda un poco más viejo, pero todos los demás personajes están iguales: ante todo, voy viendo que las películas no pierden frescura y no tienen ese efecto de distorsión que tenía la Saga de La Guerra de las Galaxias, cosa que se agradece.


Me encanta entrar en determinados detalles que pueden ayudarnos a encuadrar la historia, y de ello se encarga esta valiente obra en tiempos de crisis:


- Los cinco magos, de los que conocemos a tres: Saruman el blanco -antes de su incursión en el lado oscuro-, Gandalf (en islandés es el "elfo del bastón") el Gris, Radagás el Pardo y los dos magos azules, de los que nadie sabe el nombre, están claramente reflejados en este libro. De hecho, la escena de Radagás el Pardo está muy bien ambientada con el libro y es del más puro estilo Tolkien.

- El dragón, llamado Smugan, o Smaug, que está corroído por la riqueza y el oro de los enanos, es una clara aproximación a la situación tensa en entreguerras, y el despropósito de los regímenes totalitarios -especialmente el fascismo alemán- al apropiarse de una palabra germana, con cierto mal gusto en sonido, denominada "meter por un agujero", que es el nombre de este dragón que se apropia del reino próspero de los enanos.


- Los antiguos reyes llamados por un nigromante, que tendrá que ver en la saga del Señor de los Anillos con los espectros que perseguirán a Frodo Bolsom a lo largo de toda la obra cinematográfica y escrita. Sin embargo, echo en falta que perfilen más dicha parte, cosa que de seguro harán en la segunda entrega que ya están preparando.


- El muy buen reflejo del sentir del libro sobre los enanos, que son los grandes protagonistas de esta primera incursión en la Tierra Media: muy bien representados, desde el principio hasta el final, aunque echo en falta más detalles graciosos que encuadren la historia y le den el sentido.

- Por último, los orcos y los troll son aquellos seres auténticos -éstos sí- y no los huruk hai de El Señor de los Anillos, que ayudan a sentir el sentimiento de repugnancia y terror. Me encanta el rey obeso en contraste con el malvado de esta saga. Además, los orcos tienen capacidad motora, hablan y se mueven con una cierta estratificación social, no tanto en la primera parte de El Señor de los Anillos, que eran prácticamente salvajes (especialmente los de Moria, que son los malos de esta saga.) 

- Conocemos el detalle que a los troll los mata la luz del sol: no entiendo por qué no utilizan un remedio tan magnífico en la primera parte de El Señor de los Anillos, en las minas de Moria, cuando vemos un haz de luz del exterior que señala la tumba del rey enano que sucumbió ante los orcos. Tampoco entiendo por qué se dice que nadie sabe nada sobre los enanos -aunque deben estar ahí (y después se encuentran el espectáculo de las calaveras) de las minas de Moria, cuando se explicita, y bastante bien por cierto, que los enanos han reclamado Moria a los orcos.


Sin llegar a la repercusión de El Señor de los Anillos, esta serie de dos películas dará que hablar debido al incontable número de fans de la saga de El Señor de los Anillos. Conociendo lo rentable que resultan los libros, los muñecos, los DVD o Blu-Ray con cofre, los videojuegos, etc... entiendo que tendremos saga a lo George Lucas para rato.

Acerquémonos a la lectura meditada de El Hobbit para entender la dimensión en la literautra universal que ha tenido la obra de Tolkien. Disfruten de la película, con el libro al lado.. Me quedo con una enseñanza -aunque hay tantas- que el mago Gandalf dice a Bilbo: "El valor verdadero no es cuándo quitas un vida, sino cuándo perdonarla", que ya redundará en el Señor de los Anillos con el "cada quien cumple su propio destino", encajando la vida como piezas de puzzle en la que cualquier acto está predeterminado. 

Rayner Unwin sobre el Hobbit lo tiene claro, y así destroza el libro en cinco frases, con ese característico inglés que todo lo puede:

Bilbo Bolsón era un hobbit que vivía en su cueva de hobbit y nunca salía en busca de aventuras, hasta que el mago Gandalf y sus enanos le convencieron de que fuese. Pasó momentos emocionantes luchando contra trasgos y wargos. Por fin llega a la montaña solitaria. Smaug, el dragón que la custodia, muere, y después de una batalla con los trasgos, el hobbit vuelve a su casa ¡rico! Este libro, que tiene mapas, no necesita ilustraciones, es bueno y debería gustar a todos los chicos entre 5 y 9 años.








martes, 21 de mayo de 2013

BELLE EPOQUE

De todas las películas presentadas a los Oscar, excluyendo las de Almodóvar, esta obra de Fernando Trueba fue merecedora del gran premio de la Academia para la película de habla no inglesa, y fue merecedora de 9 Goyas durante su año, 1992.

Esta obra transcurre en los últimos y convulsos meses, antes de la proclamación de la II República Española. En esta película se respira una relajación de costumbres, un aire de libertad que lo impregna todo y una lilberación femenina.


Las cuatro hermanas preocupadas por vivir las delicias de la juventud, cada una en su papel: Miriam Díaz Aroca, la "triste" viuda; Ariadna Gil, la "lesbiana" encubierta, con andares y ritmos propios de un chico; Maribel Verdú, como la más casquivana y provocativa de las cuatro; y Penélope Cruz, como la más pequeña, inocente y virginal de las hermanas.


Todo un harem para un jovencísimo Jorge Sanz, que huye de su destino en Jaca, para adentrarse en un pueblo cualquiera, al calor del sexo femenino (y no lo digo yo, sino un sabio Fernán Gómez, que como siempre estuvo soberbio).

El aire de libertad que exhala esta película, no está reñido con una magnífica ambientación, un muy buen maquillaje, fotografía, vestuario y no mejor interpretación. Esta película forma parte de la pequeña colección que todo cinéfilo debería tener: tiene todos los ingredientes de una comedia de costumbres, en la que el mundo al revés tiene su pertinente protagonismo.


  • Un padre metido a política y que ofrece su parcela de libertad a sus hijas; comparado magistralmente con una más que genial Chus Lampreave, en el papel contrario: el de una madre autoritaria y que coarta la libertad de su hijo.
  • Un más que acertado Jorge Sanz que se va introduciendo en la cama de cada una de las hermanas, para acabar casado con Penélope Cruz, la más pequeña de la familia.
  • Una madre que vive en un mundo de fantasía, en el que ya sabemos que la zarzuela estaba tocada o herida de muerte, que se presenta de improviso con un amante que comparte con su marido. Inevitable no parar de reír cuando el marido le confiesa al amante que el "cabrón" es él.
  • La pareja de guardias civiles que acaban matándose entre ellos, ante la incrédula mirada de Jorge Sanz, en lo que supone una introducción a la disparatada y loca comedia.
  • La práctica de sexo entre Jorge Sanz y Ariadna Gil, que viene predispuesta de una fiesta de Carnaval dispararatada y divertida.
  • Un cura que abraza las ideas de Miguel de Unamuno, gran escritor del siglo XX que si por algo destaca fue por su más que comprobado agnosticismo.
En el fondo, la II República se huele en todos los momentos: la libertad religiosa, el divorcio, el papel igualitario de la mujer, la libertad sexual. Todos los temas giran entorno a una época ciertamente convulsa en la que las noticias nos llegan a cuenta-gotas, pero que conforman una interesante acción para entender la dimensión real de la película.


Fernando Trueba utiliza el lenguaje narrativo para acercarnos a unos personajes bien perfilados y bien interpretados, con un punto de ingenuidad, con un punto de malicia, con un punto de pincelada histórica. La fotografía y la ambientación, no sólo de localización, sino también los vestuarios y la música, nos ayudan a adquirir la dimensión histórica que esta película tiene. Además, es una buena forma de disfrutar de unos personajes disparatados, con situaciones graciosas y, ante todo, con la ingenuidad propia y quizá nostálgica que pende en toda la cinta.


Lo mejor de toda la cinta es que el espíritu mediterráneo está presente. Podría pensarse en una familia italiana, griega, española, francesa. Es además una forma de entender la filosofía mediterránea y no tiene nada que envidiar a muchas cintas italianas del mejor cine. Por tanto, disfrutar de interpretaciones corales, como ya nos tiene acostumbrado Trueba, y un más que interesante guión, hacen de esta cinta una de esas pequeñas joyas.

Nos quedamos con la última reflexión que Fernán Gómez comenta, y es que "partir es morir un poco". Gran tautología y gran verdad de la Internacional Socialista, y que podemos ver en el Partido Comunista y manifiestos como el de Chile.